Puedes ver sus ojos marrones fijados en los tuyos como si
mirándote pudiera sentirte. Puedes notar como sus manos rozan tu espalda
sintiéndote incluso todavía más cerca. Y más tarde sus labios se cruzan con los
tuyos. Completando el significado de la palabra sentir. Sus labios se van a tu
oído susurrándote un "te amo" que resuena en tu cabeza una y otra
vez. Y solo sale de tu boca un "yo también" en un suspiro. Como si te
faltase el aire, como si no hubieran más palabras que faltasen. Son unos
momentos de euforia incomprendida, de pasión, pero a la vez de un tremendo
cariño. Cuando os abrazáis podéis sentir como rozáis las nubes, porque ya no
falta absolutamente nada más para ser un poco más feliz. Nada. En ese momento, una
lágrima sale de tus ojos, una lágrima de auténtica felicidad. Porque ya no te
importa nada, ni los inconvenientes, ni la gente, ni la distancia. Solo te
importa esa historia que acabáis de comenzar y que no quieres que se acabe por
nada del mundo. Porque simplemente, nunca encontraste a alguien tan grande como
él.